miércoles, 23 de noviembre de 2011
CARTA A UN AMIGO MUERTO
Hace tanto que hablamos por última vez…
En vez de tierra
cuchillas de afeitar
hacen de manto
para una tumba
que quizás riegue algún día
con una o dos lágrimas.
¿Recuerdas las risas?
Los buenos momentos de antaño
hablando en voz baja
y como banda sonora
millones de carcajadas.
Qué tiempos
aquellos de la facultad de artes
en los que no decíamos nada
y las risas se nos escapaban.
Hace tanto que no hablamos…
La noche me aconseja olvido;
El dolor me ordena malestar.
Hace tanto, tanto…
Mi confianza para con el mañana
no es la misma, ya no…
tiemblo de miedo
porque el tiempo ha rugido
y se ha llevado apresada
una buena relación.
Colmillos.
al final siempre vuelven
a dar dentelladas
a las vidas tranquilas.
Hace tanto tiempo…
Hace tanto tiempo de tu traición bastarda,
que mi espalda se resiente de tus jodidos puñales silenciosos.
Tu recuerdo es como herida abierta
que habla con gotas desesperadas
componiendo sinfonías a la amargura forzosa.
Adiós amigo sin nombre
porque ya no te reconozco.
Es ahora que no quedamos cuando te veo más claramente
y si los demás vieran tu verdadero rostro
también te matarían, dejándote ahí, solo,
en tu trono de vanidad superficial,
hijo de la suerte
no estás preparado para sufrir
y tu verdugo no seré yo,
simplemente te comprendo:
egoísmo con nombre propio.
Nunca me imaginé escribiendo esto…
Lo siento,
pero un amigo no es una marioneta.
Adiós Marçal,
borracho de ego.
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