Soy el seísmo que agrieta la tierra para escribir nombres de mujer,
la lengua que se abre camino entre los
labios,
soy los músculos en tensión del
esclavo
de alguna economía que crece al seis porciento,
de alguna economía que crece al seis porciento,
la desesperanza del que no ve tierra en
mitad del oceano,
soy el mar Mediterraneo que ayer parió
a Afrodita
y hoy es cementerio líquido de
pateras.
Soy el error de una noche de verano,
la lucidez del borracho en la fiesta,
el tigre que duerme en lo alto del
árbol,
soy el amor sin necesidad de pedir nada
a cambio
compartiendo sueños escritos sin
precio,
constelación descubierta en un
invierno lento.
Soy la deriva de alguien que ha
aprendido a vivir en el presente,
el obrero que no se calla, los consejos
de mi madre,
la revolución en la calle quemando
cientos de coches patrulla,
soy los restos de mi pasado en las
palmas de mis manos,
las ojeras, la sonrisa perenne, el
insomnio y tus críticas,
soy un poemario hecho con nombres
propios que amé.
Soy las cenizas de la Europa del
egoísmo,
soy la hoja en blanco esperando la
oscuridad de la tinta
para despertar entre realidad y vigilia
optimista,
soy la siesta en un domingo cualquiera,
el abrazo de los amantes,
otro primer beso, soy la piel que nota
por sorpresa una caricia,
el brindis por el éxito, soy estrés y
tardes en el aula con la garganta seca.
Soy ahora estabilidad, insultos y
verdad,
soy subversión, despiste y
responsabilidad,
soy todo aquello que me ha cambiado
textos por escribir sobre la playa
en plena primavera interior,
dame
inspiración
y te responderé con eternidad.