sábado, 28 de enero de 2012

IN MEMORIAM: Una carta para un luchador.

Cuando me enteré de la noticia mi mente se desdibujó, las ideas dieron paso a paisajes inmensos de negación, de tonos fríos y silencio, mucho vacío con tintes de nostalgia. Pretendía escribirte algo como despedida, lleno de cosas que se suelen decir, de palabras amables con la cabeza gacha. Pero sé que tú no me lo hubieras permitido, me agarrarías por los hombros y dirías, sonriente, que vaya más allá de lo normal, que no me conforme con lo primero que se me pase por la cabeza, me dirías que las despedidas en estos casos son aburridas y demasiado frecuentes. Por eso quiero estrujarme el cerebro y escribirte un homenaje, un tributo a los perfeccionistas, a los luchadores y a los que renegaron del egoísmo... características que supiste llevar con humildad.

No quiero decirte adiós, porque no es necesario, sigues aquí más que nunca, estás en la presente memoria de muchos como un ejemplo a seguir por todos, alguien que sobrevivirá al olvido. Aún recuerdo lo mucho que me impresionó cuando me dijiste que te tenían que operar para extraerte un tumor, me acuerdo de tu risa cuando me decías “no te pongas tan serio, yo estoy tranquilo y eso que es a mí al que van a operar, todo saldrá bien”. Y salió bien, la operación sí, pero con el tiempo las manchas en las radiografías reaparecieron y te tocó el suplicio de la quimioterapia. A pesar de eso seguías dedicando sonrisas siempre que podías, disfrutando del presente y abanderando un optimismo comprometido con la sociedad en la que viviste.

Sólo en la convivencia diaria conocemos realmente a las personas, donde no pueden llevar permanentemente máscaras ni poses, donde la sinceridad se vuelve costumbre y a veces ese es el problema. Tuve suerte de poder convivir con Fran, Agus y tú durante dos años (sin contar el precedente en esa residencia de estudiantes descarriados). Por norma, los pisos de estudiantes (machos) son caos infames e infectos de suciedad y broncas. En cambio, nosotros siempre lo tuvimos pulcro y con buen ambiente, aún recuerdo cuando entraba gente y nos preguntaba, con cierto machismo absurdo al verlo todo tan limpio, “¿pero de verdad que no vive ninguna chica aquí?”

Claro que discutimos alguna vez, pero nunca hasta llegar al enfado o a la falta de respeto, siempre la amistad gobernó esa casa de estudiantes que tú supiste capitanear, ya que eras tú el que nos quitaba la pereza y nos recordaba las tareas, un paternalismo agradable y necesario. Aún no he hablado con los otros dos del piso, tampoco sé si saben la noticia y no sé cómo decírselo yo... Ahora me echarías la bronca por no ser valiente, por no atreverme a llamarlos y yo te tendría que dar la razón. Tienes mi palabra, les llamaré para hablar con ellos.
(De izquierda a derecha: Agus, Fran, Roger y yo encima de ellos tres)
 Sin tu insistencia para que enviara dibujos y así se publicasen en la web que había creado tu hermana y otros amigos, nunca los hubiera conocido y tampoco tu ciudad, Alicante, un segundo hogar para mí, increíblemente lleno de grandes personas a las que aprovecho para decir que los quiero muchísimo: Carlos, Sergi, Marta, David, Altea, Lucía, Raquel, Irina, Álex, Héctor, Anabel... que sepáis que fue la testarudez de Roger la que logró que os enviara dibujos a vuestro colectivo digital, lo cual derivó en exposiciones, fanzines, festivales y vuestra amistad. Me cambiaste la vida a mejor y ningún homenaje será suficiente para agradecértelo.

No te haces una idea de lo que me cuesta escribir todo esto, las malditas lágrimas no me dejan ver la pantalla del ordenador y estoy todo el rato secándolas, pero la tristeza es poca si la comparo con la satisfacción de haberte conocido. La fortuna me sonrió en este cruce de caminos que es la vida, aprendiendo de tus enseñanzas recibidas, de las conversaciones sobre política, de las bromas cáusticas y de esta gratitud que perdurará siempre, amigo mío.
 
Con cariño para:
Roger Ortiz
(1981-2012).

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