De las cenizas del
pasado
me surge un Fénix
que se alimenta
de ginebra con
limonada,
jugando con la
semántica
como un nihilista
juega con las ruinas
de una
civilización olvidada.
Gloria a los
dioses de religiones muertas,
bebo con ellos,
les beso y bromeo,
nada importa más
que la sed creativa
que construye con
latidos el ahora
el cual moldeo con
las manos desnudas
como si acariciase
la piel de la eternidad
mientras cruzo
kilómetros de laberintos
bajo un cielo
hecho con charcos de queroseno.
De las cunetas españolas
florecerán miles de primaveras
como homenaje y justo recuerdo
a los héroes asesinados por
los lobos
con mente de rata y corazón de
estiércol,
muchos atardeceres rojos nos
quedan aún por ver
tiñendo el presente de justa
esperanza ampliada.
Mis ideales están
hechos con la sonrisa de mi musa,
con la semilla que
germina en la tierra profunda,
el sueño
despierto que deja buen sabor de boca,
un águila
dominando las corrientes de aire esquivo,
flora y fauna,
inspiración constante, ojos atentos,
puño en alto ante
el porvenir
saludando con
orgullo al nuevo año,
a la siguiente
página en blanco del libro
y a cada palabra
que construye este poema.
Un nuevo día, un
nuevo Fénix
que ilumina el
horizonte entero.
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