sábado, 3 de diciembre de 2011

LAS ENTRAÑAS DEL MONTE (part. 3)

<<10 de Febrero.
    Estoy muy aburrido sin internet. Ya me podrían quitar el castigo esos viejos, me siento totalmente oprimido, son unos fascistas.
    Hoy mi hermano ha hecho una cosa muy asquerosa. Estábamos cenando y sin previo aviso ha puesto su sonrisa extraña, luego ha dejado caer el trozo de comida que estaba masticando mientras no dejaba de mirar a mi padre. Quizá un autista reaccione así ante lo mal que cocina el viejo. Mi madre lo ha tenido que bañar porque se ha puesto perdido el muy cerdo. Cuando estaban encerrados en el baño he oído a mamá gritar como si algo le hubiera dado un susto, al salir no le ha querido decir ni a mi padre qué había pasado ahí dentro. La verdad es que estaba muy pálida.
    Son las cuatro y cuarto de la madrugada. A mi hermano le ha entrado uno de sus ataques de risa y me ha despertado a pesar de tener la puerta cerrada de la habitación...
    Parece ser que ya se ha calmado. A ver si puedo dormir algo que mañana tengo clase, a este paso me van a salir unas ojeras de kilo.

13 de Febrero.
    Hoy he vuelto a matar a una cucaracha, es la quinta que me encuentro por la casa esta semana. Además parece que siempre vengan a mí, es muy desagradable tenerlas que pisar.
    Mamá me ha devuelto el ordenador, parece que se les ha pasado el enfado de cuando me pillaron con Laura. Quizás es como agradecimiento a mis dotes de exterminador de plagas, ella les tiene un pánico atroz a esos bichos.

23 de Febrero.
    Algo pasa. No lo entiendo. No sé por dónde empezar. Me tiembla el pulso y no sé si seré capaz de expresar lo que ha sucedido. Tengo miedo. Mis padres no me creen...
    Han pasado dos horas después de las últimas palabras que he escrito. Creo que ahora estoy un poco más calmado, al menos ya no me tiemblan las manos. Es muy duro lo que voy a escribir aquí... tengo ganas de llorar, a veces siento que no me entra el suficiente aire en los pulmones pero necesito escribirlo:
    Ayer noche me fui a dormir a las doce como de costumbre después de chatear un ratillo con Laura y los colegas. El caso es que cuando iba a poner la alarma en el móvil descubrí que se me había perdido, lo busqué por todos lados y no hubo manera de encontrarlo. Entonces le dije a mamá que me despertara por la mañana, ya que ella siempre se despierta un poco antes para ir a trabajar, además yo estaba demasiado cansado para seguir buscando. Me fui a la cama y me quedé dormido bien rápido. No sé en qué momento algo me despertó. Yo estaba acostado de lado con la cara hacia la pared, aún no había abierto los ojos cuando empecé a escuchar unos susurros muy cerca del oído. Eran de niño, de Pablito. Parecía que hablara en una lengua extranjera, como si fuera latín o algo parecido. Un escalofrío me estaba recorriendo la espina dorsal, llegó incluso a dolerme. La cuestión es que no tenía el valor para abrir los ojos y mucho menos para darme la vuelta. Por dentro deseaba que lo que sentía fuera una pesadilla... sólo quería despertar. Los susurros continuaban. Me di cuenta que yo estaba tiritando, tenía ganas de llorar cuando algo húmedo me empezó a resbalar por la cara. Intenté moverme pero estaba paralizado, era presa del pánico. Tragué saliva y abrí los ojos, fue entonces cuando se hizo el silencio. En ese momento creí que sí había sido una puta pesadilla pero algo pequeño se movió en la oscuridad. Era la pared que había delante de mi cara, me di cuenta de que sólo era una de esas malditas cucarachas. De golpe empecé a escuchar que alguien susurraba mi nombre a mis espaldas. Casi de un salto me di la vuelta irguiendo la cabeza para saber quién había allí. De nuevo vi dos ojos rojos brillando entre tinieblas. Apenas estaban a un metro de mí, mirando desafiantes. Mi reacción fue orinarme encima, no pude controlar la vejiga. Intenté encender el interruptor de la luz que hay justo al lado de mi cama. En el primer intento a ciegas y con un golpe rápido aplasté sin querer a la cucaracha que había, incluso ahora sigue la mancha en la pared. A la segunda acerté a encender la luz y ahí estaba él, mi puto hermano... o algo parecido a él, completamente desnudo dejando al aire las marcas de las heridas que se hizo en el estómago con aquellas tijeras. Sus ojos estaban enmarcados en ojeras negras y era como si estuvieran inyectados completamente en sangre, no había nada humano en ellos. Acercó su rostro y de súbito emitió un grito amenazante, creo que dijo una palabra pero a duras penas presté atención. Su boca estaba negra, como si hubiera tragado betún y en vez de dientes había eso que parecía una multitud de puntas de clavos brillantes. Se me volvió a escapar la orina, incluso más que antes. Me faltaban el aire y el valor para gritar y pedir ayuda. Entonces mi hermano, o lo que fuera eso, se cogió el pene con una mano y empezó a apretarlo, clavándose las uñas hasta que asomaron gotas de sangre y fueron cayendo al suelo, luego empezó a agitarlo para que la sangre me salpicara a mí mientras él mostraba una mueca burlesca en ese rostro infernal. Al final volvió a gritar no sé qué, me escupió con desprecio y se fue de mi habitación corriendo, dando un portazo en mi puerta primero y luego en la de su cuarto. Escuché sus carcajadas durante un minuto más o menos. Finalmente me puse a llorar como un niño pequeño, estaba aterrado y humillado por lo que era (o sigue siendo) mi hermano de ocho años. Sentí que me había vuelto loco del todo. A pesar de la incomodidad por haberme meado encima y al cabo de una hora de llanto, sin que mis padres se dieran cuenta, me quedé dormido.
    Esta mañana mi vieja me ha despertado gritando. Cuando entró en mi cuarto notó el mal olor y al acercarse a ver de dónde venía vio la mancha de pis que había en la manta. ¡La vieja se puso a regañarme a gritos por eso! Decía que yo era muy mayor para esas cosas. Ni siquiera pretendía escucharme. cuando le expliqué lo que vi ayer noche no me creyó lo más mínimo. Me dijo que mi hermano no era un monstruo de feria, que lo de los ojos rojos y los dientes metálicos sólo pasa en las películas que miro, las cuales me han atontado según ella. Luego me ha dicho que no me invente excusas tontas para evitar esconder lo ridículo que es a mi edad necesitar pañales. Me comentó que mi hermano estaba tranquilamente dormidito y que ni se me ocurriera despertarlo con mis “gilipolleces”.
    Desde luego que hoy ha quedado demostrado que mi madre no me quiere lo más mínimo. Cuando se ha ido la idiota esa a trabajar he notado como en un lado de mi cara había una substancia pegajosa reseca y transparente, debía ser ese líquido que noté cuando él me susurraba al oído.
    Al llegar a clase todo el mundo me preguntó que qué me pasaba, porque me veían distante y malhumorado. No me he visto con coraje para decírselo ni a Laura. Les he contado que he discutido con mi madre y ya no han hecho más preguntas.
    Al volver a casa le he pedido a mi padre que me lleve a casa de la abuela para vivir una temporada con ella. Me da escalofríos tener a mi hermano justo enfrente de mi cuarto. Por supuesto mi padre me ha dicho que no, cree también que es una excusa estúpida por haberme meado en la cama.
    Ya no sé qué creer. Sé que suena a locura decir que Pablito está endemoniado, quizá me estoy volviendo loco de verdad. A lo mejor los telediarios tienen razón y los porros joden a lo bestia el cerebro... No sé ni para qué escribo todo esto, quizá dentro de unos años me esté riendo de mí mismo al leer todo esto.
    Para colmo sigo sin encontrar mi teléfono. Menos mal que puedo contactar con Laura por el facebook.>>

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