miércoles, 25 de julio de 2012

LA DANZA ESTRUCTURAL DEL AGUA

    Vivimos en un planeta en el que un 70% de su superficie es agua. Algo similar sucede con los seres humanos, también estamos formados por dicho elemento en esa misma proporción. Sin agua nuestras células no podrían actuar y supondría la aceleración de su envejecimiento o, en el peor de los casos, la muerte por deshidratación.
    ¿Nunca os habéis preguntado por qué las empresas embotelladoras de agua suelen buscar su materia prima en los manantiales de montaña? Por lo visto en las montañas es donde encontramos el agua más pura en cuanto a estructura molecular. Cuando se aleja del origen mayor es su contaminación en su periplo hasta desembocar en el mar, el cual la acaba salando completamente, volviéndola insalubre para ser bebida.
    En el microscopio se puede comprobar dicho proceso si observamos los cristales formados por el agua en estado de congelación. Cuando está estructurada su geometría helada es preciosa, en forma de estrella, igual que un copo de nieve visto microscópicamente. A medida que ese agua sigue el trascurso del río podremos ver como se deforma su geometría estructural de sus cristales, que al helarlos, quedan completamente asimétricos, incluso amorfos. Es a causa de los sedimentos que hay en el fondo del cauce y a la multitud de organismos que lo habitan. Evidentemente la contaminación humana también influye en la desestructuración acuática.
    Uno de los investigadores más importantes en cuanto a reacciones del agua con su entorno es Masaru Emoto, nacido en 1943 en Yokohama (Japón) y doctorado en Medicina Alternativa. Investigó un tipo de contaminación que no era química, refiriéndose a buenas o malas vibraciones y cómo afectan al agua. Hicieron múltiples experimentos observando a posteriori cambios en los cristales del agua congelada. Uno de ellos fue que al agua cogida del mismo lugar y puesta en diferentes recipientes, a los que les pondrían distintos tipos de música. Comprobaron como, un día después, se generaban dispares formas en los cristales según la música que había sonado cerca del entorno. A un recipiente le ponían música clásica y las formas de sus cristales eran perfectamente simétricas y muy bellas, igual que con agua de manantial. En cambio la música estridente y llena de furia hacía que los cristales se deformaran, similar al proceso de contaminación que sucede durante el curso del río.
    El experimento más famoso fue escribir sobre dos envases llenos con la misma agua mensajes distintos. En uno se escribían cosas buenas, como agradecimientos o elogios, y en el otro se ponían insultos u órdenes. Lo sorprendente fue que al ver los cristales de agua del primer envase se asemejaban a los que salían del agua pura y estructurada. En cambio, los del otro parecían sacados de agua totalmente contaminada. Lo mismo ocurría cuando, en vez de palabras, se ponían dibujos bonitos o imágenes desagradables. Y no sólo lo escrito o dibujado en el recipiente influía, también las palabras positivas hacían reaccionar al líquido.
    En el agua aún hay secretos imperceptibles por el ser humano pero gracias a la tecnología se van descifrando, haciendo que nuestro día a día pueda ser más saludable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario